lunes, 13 de octubre de 2014

Revolución Inglesa

REVOLUCIÓN INGLESA 


La revolución Inglesa, también llamada la Gloriosa revolución, es un largo proceso de más de medio siglo, que culmina en 1688 consagrando el poder del parlamento, arraigado en la tradición inglesa, frente al absolutismo representado por los Estuardo y sostenido en la obra de Hobbes "El Leviatán". Es el antecedente más cercano de la monarquía constitucional, lograda mediante un hecho inusitado -la expulsión del propio rey Jacobo II- que va a encontrar su justificación en la obra de Locke. No en vano a la Petición de Derechos de 1628, aunque mejorada y aprobada sesenta años después, en es conocida por su importancia como la segunda Carta Magna. Sin embargo, los monarcas que precedieron a los Estuardo no estaban demasiado alejados del despotismo y le dieron al parlamento participaciones efímeras. La revolución Gloriosa fue además una guerra santa, porque la resistencia al absolutismo, llevó consigo la necesidad de erradicar definitivamente a los católicos de la política Inglesa.
          La Revolución Inglesa del siglo XVII representa la primera manifestación de una crisis del sistema de la época moderna, identificado con el absolutismo. El poder monárquico se vio severamente limitado, cedió la mayor parte de sus prerrogativas al Parlamento e instauró el régimen parlamentarista que permanece hasta hoy. El proceso comenzó con la Revolución Puritana de 1640 y terminó con la Revolución Gloriosa de 1688. Ambas revoluciones son parte de un mismo proceso revolucionario, de ahí el nombre de la Revolución Inglesa del siglo XVII y no Revoluciones Británicas. Este movimiento revolucionario creó las condiciones necesarias para la Revolución Industrial del siglo XVIII, allanando el camino para el avance del capitalismo británico. Debe ser considerada como la primera revolución burguesa en la historia europea que se anticipó en 150 años de la Revolución Francesa.


La vida social antes de la Revolución Inglesa 


Con la dinastía de los Tudor, Inglaterra tuvo muchos logros, los cuales sirvieron de base para el desarrollo económico del país. Los gobiernos de Enrique VIII y su hija Isabel I, llevaron a la unificación del país, el apartamiento del Papa además de confiscar los bienes de la Iglesia Católico, y al mismo tiempo permitieron crear el anglicanismo, y entrar en la disputa por colonias con los españoles.
 Fue con esos monarcas que se observó también la formación de monopolios comerciales, como la Compañía de las Indias Orientales y los Comerciantes Aventureros. Esto sirvió para impedir la libre competencia, aunque esta acción se deterioró en algunos sectores de la burguesía. Por lo tanto, resultó en la división de la burguesía en dos: por un lado, los grandes comerciantes que disfrutaban del monopolio político; de otro, la burguesía pequeña que pretendía la libre competencia.

Un problema grave fue la detención de los privilegios en manos de los gremios. Otra situación problemática era en las zonas rurales con la revaloración de las tierras debido a altos productos agrícolas. Esto empujó a que los propietarios rurales quisieran aumentar sus tierras expropiando las tierras colectivas, convirtiéndose en particulares. El resultado fue la expulsión de los campesinos del campo y la creación de grandes granjas para la cría de ovejas y la producción de lana, condiciones previas para la Revolución Industrial. Para evitar la intensificación de conflictos entre campesinos y grandes terratenientes, el gobierno intentó evitar los cercamientos. Por supuesto, con esta acción la nobleza rural y la burguesía mercantil fueron fuertes oponentes.

Reinado de Carlos I de Inglaterra (1625–1649)

En 1603 muere Isabel I de Inglaterra sin descendientes. Jacobo, hijo de María I de Escocia, sube al trono como el primer rey Estuardo de Inglaterra, Escocia e Irlanda. La situación política cambia: su falta de tacto con el Parlamento —debido a su idea del derecho divino de los reyes— desemboca en un largo conflicto que se agudizará con la sucesión en el trono de su hijo Carlos I, cuyo absolutismo hizo que mantuviera relaciones muy tensas durante su reinado con el Parlamento inglés, que pretendía controlar sus arbitrarias creaciones de impuestos y su reformismo religioso. Durante este reinado se suceden dos guerras civiles entre los partidarios del rey y los del Parlamento. Carlos I fue víctima del radicalismo político siendo sentenciado a pena de muerte por alta traición al Estado en 1649.
Ya desde el comienzo del reinado, en 1625, la boda del rey Carlos con Enriqueta María de Francia, provocó la ira de sus súbditosprotestantes porque la reina era católica. Carlos creía, como su padre, en el derecho divino de los reyes y en la autoridad de la Iglesia de Inglaterra. Estas creencias le enfrentaron con el Parlamento, que luego disolvió reiteradamente unas tres veces, gobernando aproximadamente unos once años sin él, en el periodo llamado «Once años de tiranía». Cuando las arcas del gobierno empezaron a vaciarse, y las necesidades tanto internas como externas (conflictos bélicos con Escocia, al tratar de imponer la liturgia católica) se incrementaban cada vez más, Carlos, se vio forzado a reunir lo que se denominó el «Parlamento largo» con el fin de recaudar fondos, pero a cambio, los parlamentarios le exigían ciertas garantías políticas. Tras ciertas disputas políticas, el Parlamento se dividió entre los que estaban a favor del rey, y los que no lo estaban, estallando de esta manera una guerra civil en 1642.

Primera guerra civil inglesa (1642–1646)

El enfrentamiento entre el poder parlamentario y el poder real se saldó a favor del primero, moderando el rey su política absolutista y viéndose controlado por el Parlamento. Fue entonces cuando éste aprobó numerosas leyes anti-absolutistas. Por ejemplo, se eliminó la Corte de la Cámara estrellada, se retiró el poder al rey de disolver el parlamento y se condenó a muerte a William Laud, arzobispo de Canterbury y al conde de Strafford, gran aliado del rey.
Dos años antes, Oliver Cromwell, había vuelto al Parlamento tras su retiro en 1629. Cuando estalló la guerra civil en 1642, reunió un regimiento de caballería, para combatir en favor de la causa parlamentaria. Con este contingente logró un enorme prestigio como militar durante la primera fase de la guerra.

Segunda guerra civil inglesa (1648–1649)

Las disputas entre los partidarios del rey Carlos I que se encontraba encarcelado por las fuerzas parlamentarias y los del «Parlamento largo» persistieron. Sin embargo los escasos apoyos monárquicos entre los propios parlamentarios cesaron cuando el rey escapó, se alió con los escoceses y desencadenó de nuevo la guerra civil en 1648. Cromwell reprimió una rebelión en Gales y derrotó a los escoceses en Preston (agosto de 1648). De nuevo se puso de parte del Ejército en contra del Parlamento, que intentaba reanudar las negociaciones con Carlos. En el mes de diciembre, autorizó la expulsión de la oposición, dejando sólo a unos pocos miembros que estaban de acuerdo con la designación de una comisión que juzgara al Rey por traición. Fue una guerra caballeresca, que Oliver Cromwell terminó venciendo con su Batallón de los Santos (Ironsides), a los promonárquicos. El fin del enfrentamiento supuso el enjuiciamiento por alta traición del rey y su posterior decapitación, teniendo como consecuencia la proclamación de la única república en la historia inglesa.

Tercera guerra civil inglesa (1649–1651)

La primera tarea de Cromwell durante la República -proclamada después de la ejecución de Carlos el 30 de enero de 1649- fue la pacificación de Irlanda y Escocia frente a las fuerzas realistas que apoyaban al sucesor legítimo, el futuro Carlos II de Inglaterra. Sus principales objetivos eran lograr un gobierno estable y tolerancia para todas las sectas puritanas. Cromwell aplastó a los partidarios monárquicos en Irlanda y Escocia y controló Inglaterra.



es.wikipedia.org/wiki/revolucion_inglesa
www.escuelapedia.com/la-revolucion-inglesa/

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